A veces me gustaría sentir todo un poco menos. Sentir menos la tristeza que algunas veces toca a la puerta y se acomoda en mi pecho, sentir menos el estrés que las cosas pequeñas me pueden causar, callar mi cabeza a las tres de la mañana cuando empieza a contar una larga lista de “¿y si…?” ¿Y si no funciona? ¿Y si fallamos? ¿Y si no somos tan buenas como pensábamos?
El síndrome de la impostora que, de acuerdo con el primer resultado de Google es: “un fenómeno psicológico que hace que aquellas personas que lo padecen sientan que nunca se encuentran a la altura de las circunstancias o que sean incapaces de aceptar que merecen lo que han obtenido como fruto de su trabajo”, es algo que conozco muy bien. En la escuela fui una nerd en toda la extensión de la palabra y en algún momento entendí que a la gente no le gusta escuchar que eres buena en cierta cosa, crecí escuchando comentarios acerca de que “no era para tanto”, de que “era buena porque iba en X escuela”, que “es normal cuando tienes esa edad, pero espérate a crecer un poco más”. Y aunque tenía a mi mamá como mi porrista número uno mirándome maravillada por cada pequeña cosa que hacía, no dejé de sentir que ser buena era algo que ocultabas. De alguna forma sentía que decirlo en voz alta era “alardear” en lugar de reconocer, que tal vez era cierto y el ser buena era un espejismo.
Y así los logros se fueron poniendo en una cajita que era como de secretos. Y aprendí a emocionarme menos por las cosas que me sucedían porque “no eran para tanto”. Pero los fracasos sonaban con mucho estruendo, esos sí no había manera de callarlos aunque los logros fueran queditos. No conseguir algo se convertía en una frustración que solo probaba que la gente que me criticaba tenía razón. Y esa voz crítica es la que hasta la fecha me mira fijamente en el espejo.
El otro día en TikTok me topé con este vídeo de un creador al que sigo desde hace poco, el vídeo está en inglés pero habla de cómo “vencer el síndrome del impostor” y aunque tiene un enfoque bastante “empresarial” para mi gusto, algo que dice es muy cierto: no podemos mirar la imagen completa porque lo estamos viviendo. Vivimos nuestro progreso de cerca y no vemos que avanzamos, porque para nosotros es una visión estática de lo que atravesamos.
Sumado a esto, vi también un vídeo del que lamentablemente no guardé en link, de los “secretos de una relación feliz” donde una chica hablaba de que una relación saludable celebra las cosas pequeñas porque al final son las que tienen mucho más impacto. Esto, para mí, además de aplicar a mi relación empezó a aplicar a mi vida personal, a mi día a día. A mirar en mi cotidianidad las cosas que hago y celebrarlas en lugar de estancarme por todo lo grande que aún no he logrado.
Porque ya no tengo diez años yendo a un colegio mientras el resto del mundo opina de lo que seré “cuando sea grande”, porque soy una adulta que vive el día a día, que tiene un trabajo, que tiene su propia vida y que está construyendo su hogar. Este reel que grabé hace poco lo explica un poco mejor de las palabras que puedo pensar ahora:
En este hogar tengo a alguien que me riega cada día, alguien a quien no le molesta verme crecer. Esto es súper valioso, porque en otras relaciones me sentía como esa niña de diez años ocultando quien era porque “no era para tanto”, haciéndome pequeñita para que otro se sintiera grande. Pero aquí, en este espacio de tiempo, mi pareja me mira como una gigante y todos los días me riega con palabras amables para hacerme saber que está bien si estiro mis ramas, si extiendo mis raíces, que lo que soy es increíble, pero que le encantará verme convertirme en alguien todavía más grande. Mi mamá me enseñó la importancia de las palabras porque son las que te empujan a toda clase de sitios en el mundo, me impulsó con mucha fuerza a creer en mí, a callar todas esas otras voces, pero no podía protegerme para siempre del resto del mundo.
Porque llegar hasta aquí ha sido reconocer mi valor, saber que ahí donde les molestaba que mis hojas fueran grandes no era: relaciones amorosas, amistades, familiares… no entiendo cómo alguna vez estuve en lugares y relaciones que me empujaban hacia abajo como si fuera algo normal.
Nadie es perfecto en el proceso de aprender a no autosabotearse, pero la manera que cada uno tiene de narrarse su propia vida es vital. Las palabras que usas para referirte a ti, a tu pasado, a lo que te trajo a lo que eres son súper, súper importantes. Aprender a decir en voz alta que algo que hiciste es bueno, a no hacer menos los comentarios buenos que recibes diciendo que “no es para tanto”, importan. Acepta halagos, acepta las cosas buenas que haces así como aceptas las malas. Aprende a portar tus logros con orgullo, por muy “pequeños” que se vean para ti. Porque no puedes verlos en la fotografía completa, pero son todas esas cosas las que constituyen la imagen de tu vida, las que te definen a la larga.
Y sí, a veces me gustaría sentir todo menos, pero estoy orgullosa de sentir mucho, de reflexionar mucho, de ser capaz de poner en palabras todas estas cosas con las que crecí y que me constituyen ahora, de tener el poder de cambiarme la vida, de ser una adulta que es dueña de sí, que acepta sus derrotas pero que ya aprendió a sonreírle a sus logros y decir: “sí, lo he hecho increíble”. Porque la realidad es que cuando volteo a mirar todo lo que parecía no llevarme a ningún lado me trajo a uno de los momentos más felices de mi vida.
Puede que vengan muchos días nublados, que vengan muchas dudas, que no dejaré de despertarme algunos días a las tres de la mañana y me enumere una larga lista de “¿y sí?”, pero en el camino celebro mis logros en el trabajo, me siento increíblemente satisfecha cuando alguien me dice que algo que escribí le ha cambiado el día, me aplaudo cuando una receta me sale deliciosa, me siento orgullosa de que hace más de un año que voy al gimnasio y ahora cargo tanto peso en los ejercicios e intento dejar de clasificarme como alguien que solo es buena “porque X la ayudó”, sino que me enfoco en disfrutar de esta vida que tanto costó poner en este portarretratos.
Querida amiga, si estas palabras resonaron con algo de tu vida, si estás haciéndote pequeña para entrar en sitios o relaciones que te hacen infeliz, que sepas que te entiendo, que no puedo criticar tu proceso porque he estado ahí, pero que mereces el mundo y un poco más, que eres asombrosa, que no eres una etiqueta de logros vs fracasos. Y que te abrazo bien, bien fuerte.
¡Gracias si llegaste hasta aquí! ❤️ De verdad significa el mundo que estas letras que son como lanzar una botella al mar encuentren a una lectora que le sonríe a su celular/computadora al leer.
Te comparto un par de momentos que me han arrancado sonrisas y me han hecho muy feliz estas últimas semanas:
Un abrazo y nos leemos pronto,
Siempre palabras tan hermosas 😘
ay, tus palabras tan acertadas como siempre.
No me pasa en el ámbito laboral pero si en todos los demás y es realmente feo sentirse insuficiente, pero hace tiempo que estoy aprendiendo a celebrarme cada logro, por muy pequeño que parezca.
Gracias por siempre darnos palabras en momentos acertados.