¿Por qué no deberías responder “bien” cuando te preguntan cómo estás?
Sobre el proceso de sanar
Hace ya muchos ayeres escribí “entendí finalmente que mis cicatrices no son derrota, son un: aquí respiró algo que marcó, pero que también sanó”.
Sanar es uno de los procesos menos estéticos de la vida, sino pregúntenle a mi rodilla y a la cicatriz gigante que tengo después de caerme en una caminata en la montaña. Hay sangre, hay dolor, hay muchos días de por medio. De hecho, sanar es esa parte de las películas que normalmente ponen en cámara rápida con música de fondo mientras la protagonista lentamente vuelve a ser ella.
Porque nadie quiere hablar de que sanar no es lineal. En la ruptura, en medio de la pérdida, tendrás a mucha gente preguntándote constantemente cómo estás, cómo va todo, pero con el tiempo, cuando el proceso de sanar realmente ha iniciado, el resto del mundo te indica que hay que pasar de página. Es como si el dolor tuviera una fecha de vencimiento y no pudiéramos estirarlo más allá. Estamos obligados a seguir, pero de alguna forma también estamos obligados a ignorar.
E ignorar que estás sanando duele más incluso que cuando abres la herida. Posponer lágrimas para más tarde, enterrar lo que sientes, decirle a todo el mundo que ya no importa, que ya no duele, cobra factura.
Recuerdo hace algunos años que en medio de una ruptura que me dejó muy, muy vacía, decidí ignorar lo que sentía no como acto voluntario, sino como simple acto de supervivencia. No podía permitirme un par de días en cama porque tenía que trabajar, no tenía a nadie que “me cuidara”, era responsable 100% de mis comidas, de mis gastos, de cómo armaba mi vida.
Porque esa es otra cosa: sanar puede ser muy solitario. Incluso si estás rodeado de decenas de personas. Porque, para ser súper honesta, a nadie le importa que sanes tanto como debería importarte a ti. Además, nadie puede acelerar tu proceso para sanar aunque te ayude en la travesía, sanar está completamente en ti.
Miley Cyrus sacó un nuevo disco y tiene una canción que se llama Wonder Woman y realmente me derribó con su “never know she is broken, cause she is always fine” porque no solo lo que vemos en redes sociales, sino la cara que vemos de frente de la gente que amamos, no nos dice cómo están.
Y está la clásica pregunta: “¿cómo estás?”… ¿No te da a veces la impresión de que la gente no quiere saber la respuesta. Que secretamente todos esperan que respondas bien, como parte de una checklist pasar al siguiente tema.
Pero hay otras personas que cuando te lo preguntan esperan algo real, y si bien no considero que deberías ir por ahí diciéndole hasta a la cajera del supermercado con lujo de detalles cómo te sientes si no te sientes cómodo con eso, sí creo que deberíamos intentar quitar esa respuesta automática de “bien” de nuestra cabeza.
Nuestras emociones son un pozo mucho más profundo que un “bien”, y es un ejercicio maravilloso atrevernos a poner en palabras la maraña de situaciones que suceden en nuestro interior.
Esto, como cualquier hábito, toma tiempo. Y puede empezar por ti, por preguntarte cómo te sientes, qué es lo que sientes.
Y, oye, que lo que sea que estés sanando en este momento, lo que no le estás contando a nadie, lo que tienes atorado, va a encontrar su cauce. Dale tiempo, date tiempo.
Esta newsletter no tenía otro propósito que ser un abrazo virtual para quienes no estén en su mejor momento, y también como un recordatorio de que “caras vemos, heridas abiertas no sabemos”, así que seamos amables con la gente que nos rodea, no sabemos lo que pueden estar atravesando.
Les mando un abrazo gigante desde mi lado del mundo. Gracias por seguir a estas letras, ¡nos leemos pronto!
Ya leí tres veces este newsletter, no solo porque estoy apriendo español, pero es tan bonita. Y cada vez tengo que llorar. Hay tanta verdad en esta carta, me la reconozco mucho en este momento. Un abrazo virtual a tí tambien.
Siempre atento a tus escritos, que te salen del alma y me tocas cuerdas sensitivas. Gracias!