Al primer trabajo que tuve en mi vida lo medí con cuántos libros podía comprarme. Semanalmente, en aquel entonces, podía comprarme uno. Cuando tenía 14 años pasé todo el verano comprando un libro a la semana hasta completar la Saga de Crepúsculo. Los pedía en mi librería local -tengo ahora la sensación de que los libros eran pirata, pero ese es tema para otra ocasión-, y llegaba cargada de emoción cada semana a gastarme mi salario completo en libros, calculaba todo con la seriedad de una decisión importante: tenía en mi poder dinero, y estaba segurísima de en qué gastarlo. A Crepúsculo le siguió Hush Hush, un par de libros de vampiros e incluso Cumbres borrascosas.
Mi primer trabajo fuera de esos veranos fue en una Biblioteca editando un libro. Les pondré una foto porque me sentía como de la realeza cada vez que cruzaba las puertas de ese sitio:
Recién salida de la universidad y con la noticia de que había ganado a la vez una beca de escritura, fue una de las épocas que recuerdo con más ilusión. Ese salario, además, se midió en sueños. A partir de ahí y todo el año que le seguiría con mi siguiente experiencia laboral, empecé a ahorrar para mudarme a Europa.
No sé cuál es su carrera universitaria, pero desde el minuto uno en el que entré a estudiar Literatura todo lo que podía escuchar era acerca de cómo moriría de hambre, caras de decepción o preocupación siempre acompañaban a mis palabras. Si te ha pasado con tu carrera, de verdad que te compadezco porque es terrible que en un mundo donde ya de por sí no hay grandes ilusiones viendo datos como que el salario promedio en México en mujeres de entre 25 y 34 años es ¡de menos de 6,000 pesos según datos de Indeed! (unos 300 dólares), escuchar que el resto de personas te empujan hacia abajo es de verdad un martirio.
Cuando llegué a Europa la cuenta del dinero empezó a la inversa. Todo el dinero ahorrado y el que mis padres habían puesto para cumplir este sueño empezó a evaporarse. Y si es verdad que siempre fui cuidadosa con el dinero en esta etapa me volví obsesiva: si quería tomarme un café fuera: ¿qué podía sacrificar de súper a la semana? No comí carne de ningún tipo por, ¿un año? Arroz, pasta, ensalada y poco más. Una estructura de dinero súper marcada. Bajé de peso y mis amigas creían que era porque me estaba yendo increíble, pero la realidad es que vivía angustiada y no comía bien. No salía a comer fuera más que contadas veces y recuerdo realmente cómo siempre fingía “no tener hambre”. No me sentía realmente mal porque entendía que era una etapa, como todo en la vida, no lo recuerdo como algo tortuoso en sí por estos factores, pero sí como algo que me ayudó a ser muy estructurada y cuidadosa con mis gastos.
Cuando conocí a Jonas, mi pareja, recuerdo que me preguntó cuál sería mi vida ideal, un factor que fuera definitivo para mi felicidad, y mi respuesta fue: “quiero tener una vida con vacaciones”, porque de verdad para mí es el lujo más grande del mundo. Una vida donde sea capaz de desconectar por un par de días o semanas y viajar. Una vida donde tenga un trabajo estable que me lo permita y dinero para tomar un avión y sentarme en un restaurante de una ciudad extranjera a tomarme un café sin preguntarme si dejaré de comer carne.
Mi vida en España ha tenido muchos altibajos y creo que sería increíblemente hipócrita de mi parte fingir que todo ha ido bien, mostrar solo el lado bueno de todo, por eso quería escribir esto. Porque es verdad que durante la época donde me lo pasaba mal no publicaba todos los problemas que tenía sino fotografías de una Barcelona soleada, fotografías de museos porque los primeros domingos de cada mes son gratis. Fotografías sonriendo porque esta preocupación se aglutinaba con otras pero, oigan, había salido de casa a hacer sueños realidad, no a llorar todo el tiempo por ellos. Y a mi mamá le había costado tanto empujarme a volar, y me pagó un máster y me puso sus ahorros sobre las manos y me dijo que podía lograrlo y yo le creí. No sé si habría podido sobrellevar esa etapa si no hubiera creído que era solo eso, una etapa.
En octubre del 2021 mi relación con el dinero tomó un nuevo rumbo, cuando finalmente tuve un salario que me permitía ganar dinero cada mes en lugar de perderlo. Después, el año pasado, en febrero del 2022, realmente sentí por primera vez un lapso de estabilidad. Lo llamo: “la etapa en que empecé el gym” porque para mí realmente significó ese momento en que podía invertir en mí. Podía pagarme un gimnasio, ropa deportiva, podía tener espacio mental para sentirme con el derecho de “gastar ese dinero”. Empecé a pensar en el dinero como algo más que un gasto o algo que me quitara el sueño y empecé a mirarlo como una inversión. Invertir en mi cuerpo, invertir en mi alimentación, invertir en mí y en mi felicidad. Empezó también el año donde finalmente las vacaciones empezaron a tomar forma y mentiría si te digo que no creo que el dinero da felicidad. No es el principio de ella, pero te da una tranquilidad que te permite ser feliz.
Y sonará a historia trillada pero realmente confiar en que pasaría ayudó. Decirme en voz alta: “es solo una etapa” me alentó a respirar y a hacer un plan. Todo era una escalera y solo hacía falta subirla. Sería súper tonto de mi parte y un error del privilegio creer que todo el mundo puede hacer esto, porque también deben haber un montón de factores externos que me ayudaron, pero soy también creyente de que uno tiene que empezar por lo que puede controlar, y al menos podía controlar mi forma de pensar y de ver la situación y que lo hice. Que trabajé todas las cuerdas que podía alcanzar para mover el escenario de mi vida y que, no les voy a mentir, estoy súper orgullosa de ver a dónde estoy parada hoy.
Esta newsletter viene empujada por el factor de que desde la última vez que les escribí tuve un aumento salarial y muchas preguntas en torno al dinero, la felicidad, el trabajo, etc, etc, surgieron. En que me di cuenta de lo increíble que es tener un trabajo al que levantarse cada mañana que no te hace infeliz (para ser franca tampoco encuentro toda mi satisfacción personal en mi vida laboral, pero ese escenario es un cliché moderno), en aprender todos los días, en sacar al dinero de mi lista de preocupaciones aunque es algo a lo que le presto y siempre le prestaré atención. Y en darme cuenta de que puedo comprarme muchos libros, que tengo una vida llena de viajes, que estoy realizándome en lo que yo he decidido definir como mis factores para mi felicidad y para llevar una vida plena.
Y que espero que estés en la etapa en la que estés llegues a este momento que estoy atravesando de la vida. Porque amiga mía, no soy millonaria, y tal vez nunca lo seré, pero yo ya me siento una mujer llena de riqueza porque no tengo que preocuparme por el dinero de forma exhaustiva. Y, oye, que si estás atravesando por una mala etapa, te estoy abrazando bien, bien fuerte en la distancia y confío en ti y confío en que trabajas duro y de verdad confío en que todo el esfuerzo que estás poniendo en lo que puedes controlar ayudará a todos los factores externos a intentar alinearse a ti.
Después de básicamente vomitar todas estas palabras espero que este texto te sirva de algo, que te ayude a preguntarte qué onda con tu relación con el dinero, que te recuerde la importancia de ahorrar, que te haga sentirte agradecida con lo que tienes.
Te mando un abrazo y nos leemos pronto,
El dinero no solo da la felicidad, pero te ayuda a ser muy feliz, de vivir sin siempre te preocupas, disfrutar de cosas pequeñas y grandes, realizar tus sueños ... un abrazo bien gastado 😘
tengo tantas cosas que decir en este post.
1) una vez más demostrado que no todo es tan bonito como se ve en las redes, porque como has dicho, estabas en un mal momento y por acá solo vimos fotos de ti siendo "feliz"
2) Qué bueno que hayas logrado superar esa etapada, nadie merece vivir preocupado por dinero.
3) Entiendo perfectamente lo que es estar en esa situacion, vivir en un pais que compite con paises como Haití o Cuba por quién es más pobre es un verdadero desafío, pero aquí estamos.
4) Yo aun no llego a la etapa en donde ya no debo preocuparme por dinero, pero al menos estoy en un lugar donde mi salario, muchisimo más inferior que al que mencionas de México, me ha permitido mudarme a otro lugar y poco a poco, ir ahorrando para comprar cosas tan básicas como un colchón. Amo cada newletter, porque como somos contemporaneas, pasamos por cosas similares y me gusta ver la perspectiva de alguien màs sobre los mismo problemas que tengo ajjaja
un saludo, nos leemos