La vida es, en general, poco romántica. Cada mañana nos levantamos para un trabajo que, aunque nos enseñaron que era una de las cosas que más nos llenaría, tiende a tener un vacío que nos sentimos culpables por no poder llenar. Vamos al supermercado cada semana a comprar la misma comida, y algunas veces nos olvidamos de comerla. Tenemos rutinas y alarmas. Nos reunimos con gente para reírnos de esta vida, pero al día siguiente sabemos que tenemos que volver a iniciar otro día.
Espera. Vamos a respirar de este escenario deprimente que acabo de pintarte. La vida, en realidad, puede ser romántica con las cosas pequeñas. Cada mañana nos levantamos y vamos a trabajar, es cierto. No obstante, nuestro trabajo, como cualquiera de nuestras relaciones, no tiene que hacernos feliz todos los días, ni tiene por qué ser el centro de nuestras vidas. Aceptando esto tomamos el trabajo que nos hace sentir que nuestro talento se invierte de forma que nos ayuda a crecer y aunque le dedicamos gran parte de nuestro día, al salir estamos listas para vivir nuestras vidas. Vamos al supermercado y nos compramos nuestra marca favorita de cereal, nos relajamos caminando por los pasillos porque queremos ver si hay algo nuevo que podamos cocinarnos. Tenemos rutinas que nos ayudan a tener estabilidad, alarmas que nos permiten llegar a tiempo a los sitios donde debemos estar. Nos reunimos con gente para reírnos de la vida, pero también para compartirla. Y cuando nos despedimos nos entra una alegría inmensa solo de pensar en la siguiente vez que nos encontraremos con ellos.
Tengo un problema con romantizar la vida, no voy a mentir. Estoy en un constante hacerlo y criticarlo; dejar de hacerlo y criticarme por ello. No sé muy bien por qué, pero me parece que la sobreromantización de la vida nos hace ser robots, pero no romantizarla nos hace estar vacíos. Esta tendencia es muy TikTok y es muy problemas del primer mundo y de millenials en el siglo XXI, pero habla de una necesidad enorme por darle sentido a lo que no lo tiene.
Hay pilares que nos sostienen en la vida, certezas. Van desde la obvia certeza de que despertarás y el piso seguirá donde lo dejaste por la noche, hasta crecer creyendo en Dios, o en algo más grande, que es quien determina las cosas. Aplica hasta en el horóscopo, darle sentido a cómo la vida toma diferentes caminos porque eres muy capricorniana -yo soy Capricornio y algunas cosas de mi signo tienen mucho sentido, no lo niego. Pero a lo que quiero llegar con esto es que nuestra generación tiene cada vez menos oportunidades de tener certezas. Crisis económicas, pocos trabajos, relaciones emocionales frágiles porque vivimos en la cultura de la inmediatez, inflación… no está siendo fácil, ¿verdad?
Por eso, romantizar la vida, sea en TikTok, para los mensajes con nuestras amigas o para nosotras, es algo que nos hace darnos cuenta de la belleza que tiene lo que hacemos todos los días. Que no somos robots repitiendo procesos, sino personas tomando decisiones, incluso si decidimos cada vez comprar la misma caja de cereales que nos han dando confort desde que somos niñas. A veces puede parecer que no hemos elegido la vida que tenemos, sino que nos la han impuesto, pero si nos damos cuenta de que en realidad cada día tomamos millones de decisiones pequeñas, tal vez eso nos empuje a tomar con menos miedo las grandes.
Si quieres un consejo no solicitado, aquí te dejo tres cosas que creo que ayudan a hacer mi vida un poco más “romántica” y que le dan sentido:
Cocina algo que te guste mucho
Crecí negándome a aprender a cocinar porque el concepto giraba en torno al “aprende a cocinar porque un día te vas a casar y no puedes no saber cocinarle a tu marido”, no culpo a quienes me dijeron esto porque, como dije antes, hay certezas como el formar una familia que son lo que mueve a otras personas, pero descubrí, después de vivir sola tres años -¡me tomó tres años de verdad tomar las riendas de esto!-, que cocinar es una forma de decirnos a nosotras mismas cuánto nos queremos. Porque elegimos los ingredientes, porque miramos recetas, porque improvisamos, porque al final es un acto de supervivencia que puede ser muy placentero si le dedicamos un par de horas. No te digo que lo hagas cada día, aunque si puedes sería increíble, pero dale una oportunidad a tus manos de consentirte.
Date un ratito al día para un hobby
El clásico “no tengo tiempo” tiene que ser una mentira. No importa cuánto trabajo, cuántas reuniones, cuántas cosas en casa tienes pendientes, siempre hay un ratito de tiempo muerto que puedes usar para, no sé, tejer ese suéter que llevas postergando tanto, leer ese libro que te compraste con tanta ilusión, dejar de decir que ya te inscribirás al gym cuando tengas tiempo. Lo que amamos merece un espacio en nuestro día a día y, como cualquier relación, tenemos que dedicarle tiempo. Tenemos que dedicarnos tiempo.
Nárrate tu propia vida con amor
Esto puede sonar rarísimo, pero creo firmemente que somos lo que decimos que somos. Somos las palabras que le transmitimos a otros sobre nuestra vida y la forma en la que hablamos de nosotras. La forma en que narramos nuestro pasado y hablamos de nuestros sueños, a veces habla mucho más incluso que nuestras acciones y construye o destruye muy, muy rápido. Porque hay personas que son solo su pasado, y justifican cada día de su vida con eso como si el tiempo no hubiera pasado. Hay personas que son excusas. Hay personas que critican a otros y viven para hacerlo. Pero hay otras personas que piensan en lo que dicen y cómo repercute en ellas. Y no es que nunca digan cosas malas, pero le dan la vuelta a sus historias, se convencen de que pueden construir, el fake it until you make it empieza diciéndotelo a ti misma.
Esta newsletter salió del momento más “romántico” que he tenido en años. Mi pareja y yo rentamos una casa en la playa durante esta semana. Me di cuenta de que lo hice solo para romantizar algo que es una profesión y necesita tiempo: la escritura. La realidad es que hace años que escribo, y siempre lo hago desde la cama, el sillón, desde la universidad, desde el trabajo, cualquier sitio en realidad. Pero últimamente las letras no surgían en ningún lado, y la excusa de no tengo tiempo me estaba comiendo porque me doy cuenta de que sí lo tengo, lo que no tengo a veces son ánimos. Así que cambiar escenario, con el mar frente a mí, me está ayudando a construir y escribir. Porque escribir es lo más “yo” que tengo, es literalmente algo que me hace ser quien soy y cuando tengo largas temporadas sin poder moldear mis ideas me siento como una desconocida en mi propio cuerpo.
Además, le debo ese libro a todas las versiones de mí que han escrito desde tantos sitios. Entonces sí, romantizar me está salvando estos días, pero seguiré intentando no sobreromantizarlo todo porque hay un peligro de empezar a vivir algo irreal y me gusta sentir que tengo los ojos bien abiertos. Espero que ustedes tengan alguna fórmula en esto, ¿son de las que romantizan la vida? Me da curiosidad saber qué piensan otras personas de este tema, ojalá puedan contarme.
Un abrazo y nos leemos pronto.