Extrañar lo que ya no será
Sobre tomar decisiones que te cambian la vida y entender que no existe el "camino correcto"
Tomamos una media de 35 mil decisiones al día, incluso si no somos conscientes porque gran parte de ellas las hacemos en piloto automático. Y cada vez que elegimos algo, inconscientemente, estamos a su vez renunciando a otra cosa. Empieza siendo muy sencillo como decidir comer huevos en lugar de una tostada con mermelada para desayunar, pero hay días en los que una decisión puede llevarte a empacar tu vida entera en un par de maletas.
La semana pasada Jonas y yo tomamos dos decisiones súper importantes para nosotros: encontrar el departamento donde viviremos los próximos años en Tarragona y encontrar el venue donde celebraremos nuestra boda.
Estoy muy contenta, pero así como sucedió cuando tomé la decisión de irme de México, y cuando, juntos, tomamos la decisión de dejar nuestra casa en Barcelona, tengo un luto en el cuerpo del que no me puedo deshacer. Me estoy despidiendo de una vida a la que hemos renunciado. Una versión de mí podría haberse recreado en este nuevo idioma, en este contexto que es tan diferente al que tuve al crecer. Esa versión podría haberse quedado en la paz que me da la casa en la que habitamos ahora, entre las paredes que han escuchado nuestras carcajadas y las de nuestros amigos, con la seguridad que da el no tener que volver a empezar.

Porque elegimos estamos renunciando también a algo. Y a veces me siento como jugando a ser adulta, como fingiendo que sé lo que estoy haciendo cuando en realidad estamos tirando cartas a la mesa esperando que sean el camino que nos haga más felices. Quiero creer que la tristeza que cargo en el cuerpo se llenará de nuevo de alegría.
Pero extrañar es un sentimiento tan difícil…
Y me doy cuenta de cómo extraño a tantas otras versiones de mí. A la inocencia de mi niñez cuando juraba que en el jardín de mi abuela había un tesoro. A la preadolescente de trece que se enamoró por primera vez de los libros y empezó a escribir historias. A mi versión de dieciséis llorando en el teléfono mientras le decía a su mamá: “me llamaron, gané el concurso de cuento”. A mi versión de diecisiete pronunciando el “voy a estudiar literatura”. A la de veintiuno cuando en la puerta de su casa habló en inglés por primera vez después de que su profesora de inglés le dijo que nunca sería buena (¡si ya tan solo pudiera verme hoy!).
Y de alguna forma me doy cuenta de que cada etapa tiene su encanto no porque haya tomado las decisiones correctas, porque honestamente no hay tal cosa, sino porque tuve la libertad de escribirme la vida. Porque desde el momento en que decidí subir mis primeras novelas hasta el momento en que empecé esta newsletter, he tenido el poder de decidir, y eso es lo más importante porque es el privilegio de poner las comas, puntos suspensivos y puntos y aparte que se sintieron correctos al momento, el resto se escribió al margen de esto.
No hay decisiones correctas, hay decisiones tomadas por voluntad propia, y eso es lo que se siente como correcto.
Hace un par de semanas subí un vídeo que empezaba con un “imagínate que no hubiera podido salir de esa relación…” que es tan solo para hablar del efecto mariposa que tuvieron pequeñas decisiones que impactaron todo mi futuro. Y siento que estoy al borde de una de ellas.
Que desde que pronunciamos por primera vez el: “¿será que tenemos que volver a España?”, hasta la semana pasada visitando departamentos, enviando papeles, la serie de llamadas diciendo: “por favor, estamos muy interesados, es que nos hemos imaginado viviendo ahí y nos ha entrado una tremenda ilusión”, hasta firmar y apretar la mano del otro, todo se ha empezado a materializar.
La vida que habría tenido aquí se va desmoronando lentamente mientras me ve empacar de nuevo mis cosas. Mi calle me ve despedirme un poco cada vez que salgo con la bolsa de la compra, la lluvia de la ventana me recuerda que extrañaré este clima porque me voy al calor del Mediterráneo. Gante no me va a extrañar porque tendrá mucha gente que lo amará tanto o más que yo, pero yo lo extrañaré cada vez que me acuerde de lo que esta etapa significó en mi vida, en mi relación.
Lentamente otra vida se empieza a tejer. Y puede que no seamos conscientes de esto, puede que tú tampoco lo pensaras hasta ahora, en todas las vidas a las que has renunciado por tener la vida que tienes hoy. Y te prometo que aunque te preguntes trescientas veces el qué podría ser, nada es, esto que somos hoy es lo único que hay.
Y estar agradecidos con nosotros por traernos hasta aquí, me parece el acto de amor más precioso del mundo. Porque todas esas otras versiones de nosotros que murieron en el camino tendrían otras ideas, tendrían otras metas, preocupaciones, amores… pero estoy convencida de que somos la mejor versión de entre todas ellas porque nos ha tocado vivir lo que nos constituye hoy, porque elegimos traernos hasta aquí por una razón, incluso si aún la estamos averiguando.
Así que si, como yo, estás en una etapa de cambios: llámese cambiar de trabajo, de casa, de relación… que sepas que estas decisiones están formando a la persona que serás mañana, quien te mira desde un momento menos caótico con una sonrisa porque la estás ayudando a ser.
Queridas amigas: gracias por leerme una semana más, por acompañarme a soñar.
Las abrazo muy fuerte mientras tomo mi tercer taza de café con una gran sonrisa por lo agradecida que estoy de que me ayuden a ser esta versión de mí. ¡Nos leemos en dos semanas!
Posdata: estoy OBESIONADA con una banda llamada Wasia Project que vi en vivo hace un par de semanas en un festival, así que si quieren escribir algo que les llegue a las fibras más sensibles, les recomiendo escuchar esta canción.
Pao, tus palabras me cayeron como anillo al dedo, fueron como un curita para mi corazón y me sentí reconfortada al leerte. ❤️🩹✨
Palabras hermosísimas, mucho exito con todo, te voy a extrañar 🫶