Vivimos en una ciudad super-mega-rencontra conectada. Lo digo en serio. Mientras se recrean artículos de cómo habría cambiado la Independencia de México, por ejemplo, si se hubieran podido enviar WhatsAapp (créanme cuando les digo que me encantaría estar mintiendo pero que, de verdad, existe y puedes leerlo aquí) poco nos preguntamos acerca de lo que sería nuestro presente sin la existencia de redes sociales. ¿Pueden imaginarse aquella época en que la gente se aburría porque no había un gran abanico de opciones mientras que, ahora, nos agobiamos porque simplemente hay demasiado de donde elegir?
Como muchas de ustedes sabrán, estudié Literatura y Filosofía en la universidad. Y una de las cosas de las que discutimos en una clase en la que hablábamos del filósofo Byung-Chul Han es la necesidad de pensar las cosas que nos suceden mientras nos pasan y como eso cada vez pasa menos y menos. Pensar y reflexionar ha sido siempre un lujo, pero el problema es que ahora ya no se considera tanto una necesidad como sí lo es la inmediatez.
Creo que la inmediatez es el verdadero filtro que recubre a casi todas las redes sociales. Y si crees que lo has vivido, yo te tengo que confesar que soy totalmente víctima de esto. Por ejemplo, me cuesta mucho más escribir esta Newsletter con antelación que el esfuerzo que me toma crear un escrito para Facebook o grabar un video para Tiktok. Porque puedo ver los resultados enseguida, porque me conecto contigo en un dos por tres y puedo tener mis propias métricas como el número de “me gusta” o vistas. Pero, de alguna forma, esto también implica crear para ganar estas reacciones, escribir esperando ser leída enseguida y tener una frustración si esto no sucede.
Porque está el algoritmo. Está Facebook que un día decidió que le gustaba mostrar mi contenido y ahora llega a un porcentaje mucho menor de lo que solía, porque quiere que invierta en publicidad, porque me piensa como un producto con la necesidad de promoverse. Como creadora de contenido debo confesar que me topo constantemente con la pregunta: ¿vale la pena seguir?
No es acerca de ansiar los likes per se, es acerca de escribir para alguien, saber que cuando estos dedos se mueven sobre el teclado hay un receptor del otro lado. Un estudio realizado en Reino Unido a jóvenes reporta que los niveles de ansiedad y depresión han incrementado un 70% a raíz del uso de redes sociales, lo que las asocia con diferentes trastornos que impiden, por ejemplo, buenos ciclos de sueño. Lo que empezó con una intención de conectar y comunicar se ha convertido en falta de comunicación y una desconexión de nuestra realidad. ¿Quién no ha sentido que debe estar 100% disponible, que de alguna forma WhatsApp viene con una advertencia de tener que estar eternamente en línea?
Y, no obstante, las redes sociales han marcado mi vida. Me marcaron un camino, me dieron amigas, me enseñaron que sentir con otras personas es mucho más bonito que estar sola. Que podía estar acompañada incluso mientras tenía dieciséis años y pasaba mucho, muchísimo tiempo encerrada en mi habitación. Crecí escribiéndole a totales desconocidas y sintiéndome más acompañada que estando en un salón de clases. Crecí emocionándome cuando mi crush se conectaba en Messenger. Teniendo conversaciones increíbles a las 12am por Metroflog. Me convertí en escritora porque decenas de chicas me hicieron creer que tenía talento. Y aquí sigo.
Así que, después de todo, el algoritmo se equivoca cuando me considera un producto que quiere promoverse, y eso está mal. Pero, aunque lo intenta, las ganas de escribir se quedan. Porque chicas como tú, leyendo esto, se han quedado por tantos años que no puedo siquiera pensar suficientes historias de todo lo que nos ha tocado vivir juntas aunque tú estés de ese lado de la pantalla y yo de este.
Esa es razón suficiente, para mí, para que las redes sociales me asusten de vez en cuando, pero también me mantengan en el hilo de la esperanza. De alguna forma, también me recuerdan que hay muchas maneras de reinventar nuestro contenido y, por eso, he empezado a hacer cada vez más Instagram reels con frases que han marcado mis letras a través de los años, dándole mi voz a lo que suena en mi cabeza cuando escribo. Supongo que no podré nadar para siempre en las aguas del internet, pero al menos quiero intentarlo. Quiero quedarme.
Si pienso en todo lo malo que tienen las redes sociales de verdad que me propongo borrar toda huella de ellas, pero cuando recuerdo que existen espacios que nos conectan la ansiedad se aparta un poco. Nadie nació siendo exitosa y creo que ya he alcanzado un nivel exitoso cuando no le escribo al vacío y hay personas que siguen creyendo en proyectos como este, que entrega letras y palabras un tanto azarosas cada fin de semana.
Esta vez no les compartiré lo que ha estado sucediendo estas semanas, porque he decidido que esta vez me lo guardaré en el corazón y, en cambio, les mostraré un comentario que dejó una chica en uno de los textos que publiqué hace poco y que, de verdad, me cambió el día. Porque hacer esto como un trabajo que no se paga con dinero, sino con cariño, se vuelve cada vez más difícil con los años. Pero, también, más satisfactorio.
Importamos, importa lo que sentimos. Gracias por quedarte, querida amiga. Nos leemos pronto,